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lunes, 5 de noviembre de 2012

El Plato de Madera


Un señor de edad se fue a vivir con su hijo, su nuera y un nietito de cuatro años de edad. Por la edad, las manos del viejo estaban trémulas, su visión nublada y sus pasos vacilantes. La familia comía reunida en la mesa, pero el temblor de sus manos y la poca visión del abuelo perturbaban a todos a la hora de comer. Los frijoles caían de su cuchara, cuando tomaba un vaso la leche se derramaba en toda la mesa. El hijo y la nuera se irritaban con este desorden.

"Necesitamos tomar una decisión con respecto a papa" dijo el hijo.

"Ya hemos tenido suficiente comida en el suelo."

Entonces decidieron colocar una pequeña mesa en un rincón de la cocina.

Ahí el abuelo comía solo, mientras el resto de la familia lo hacia tranquilamente en la mesa.

A partir de que el viejo quebró uno o dos platos, su comida se le empezó a servir en uno de madera.

A veces, cuando la familia miraba al abuelo sentado ahí solo, se sentían mal. Pero aún así, las únicas palabras que le dirigían eran regaños, cuando dejaba caer su comida al suelo.

El niño de 4 años de edad veía todo en silencio. Una noche, antes de comer, el papá percibió que su pequeño hijo estaba en el suelo, trabajando con unos trozos de madera.

"Qué es lo que estás haciendo?"

El pequeño respondió dulcemente: "Estoy haciendo un plato para que tú y mamá coman, cuando yo crezca"

El niño de cuatro años de edad sonrió y volvió a su trabajo. Aquellas palabras tuvieron un impacto tan grande en los padres que se quedaron mudos. Entonces las lágrimas comenzaron a salir de sus ojos. Aunque nadie hubiese dicho nada ambos sabían lo que debía de hacerse.

Aquella noche el papá tomó al abuelo por las manos gentilmente y lo condujo a la mesa de la familia. De ahí en adelante y hasta el final de sus días él compartió las comidas nuevamente con la familia. Por alguna razón al marido y a la esposa no les importaba más cuando un tenedor se caía, la leche era derramada o el mantel se ensuciaba.

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